El Colegio de Ingenieros Agrónomos de la Provincia de Córdoba (CIAPC), junto al gobierno provincial y 44 entidades ligadas a la producción agroalimentaria, firmó una petición solicitando se prorrogue la vigencia de Ley 26.093 sobre el Régimen de Regulación y Promoción para la Producción y Uso Sustentables de Biocombustibles que vence el próximo 12 de mayo de 2021.

Desde el CIAPC consideramos imprescindible en el contexto social, económico y ambiental que vive Argentina, continuar, en principio, no sólo con los beneficios que marca dicha ley sino también incrementar los porcentajes de cortes de los combustibles fósiles con combustibles más amigables con el medio ambiente y avanzar en la discusión de una nueva propuesta legislativa que modernice y le dé características más sustentables a la matriz energética argentina.

Si bien la prórroga de la Ley 26.093 ya tuvo media sanción en el Senado con voto unánime, en la Cámara de Diputados su tratamiento aún espera una resolución. El 25 de marzo pasado se frustró su tratamiento, generando un clima de incertidumbre en el sector.

A favor de la prórroga

La conveniencia en la continuidad de la Ley de Biocombustibles tiene fundamentos legales y ambientales, sociales y económicos.

Desde el punto de vista ambiental, en septiembre de 2015 Argentina presentó su Contribución Prevista y Determinada a Nivel Nacional (INDC) previo a la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP21) en París, donde se celebró el acuerdo por el cambio climático en diciembre de 2015. El mismo entró en vigor en septiembre de 2016 mientras que en diciembre de 2020, en la cumbre de Ambición Climática, el presidente Alberto Fernández anunció una ambición 26% más alta en la NDC 2030 y reafirmó el compromiso de Argentina de ser carbono neutral en 2050.

En agosto de 2018 el IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos por el Cambio Climático) publicó el resumen para Expertos titulado “El cambio climático y la tierra”* en el cual se desglosan los efectos que produciría un incremento de la temperatura del planeta de 1,5°C respecto de la etapa preindustrial. Se estima que los riesgos asociados al calentamiento global por encima de 1,5°C son muy altos por lo que todos los esfuerzos mundiales deben estar puestos en limitar ese calentamiento por debajo de los 1,5°C.

El uso de combustibles fósiles, si bien permitió un desarrollo productivo nunca conocido en la historia de la humanidad, también produjo un alto impacto negativo sobre el ambiente.

A partir de ese desarrollo hoy la matriz energética en el mundo depende en un 82% de combustibles fósiles. En Argentina los niveles son similares y solamente se observa en comparación con el mundo una importante sustitución del petróleo por el gas natural.

Desde el CIAPC consideramos que la bioenergía cumpliría un rol clave como componente esencial en la preservación de la calidad ambiental.

Bioenergías y agregado de valor

El actual corte obligatorio que fija la Ley 26.093 de naftas y gasoil con biocombustibles implica una innegable contribución a la sostenibilidad ambiental, al reducir las emisiones de gases de efecto invernadero causantes del calentamiento global. La reducción de esas emisiones es uno de los objetivos prioritarios de gobiernos y organismos internacionales; y los biocombustibles son una de las herramientas para conseguirlo.

Desde el punto de vista económico-productivo es innegable la importancia que tiene el maíz en el sostenimiento de la actividad agrícola y la mejora en la calidad de los suelos por su altísimo aporte de carbono altamente positivo en la sostenibilidad del sistema agropecuario.

En materia de bioeconomía el maíz es la “estrella” ya que a partir del mismo se pueden generar innumerables cantidades de productos con importante agregado de valor.

La producción de bioetanol deja como subproductos la burlanda, utilizada como alimento energético proteico para animales de muy alta calidad, alimento que baja sustancialmente el costo en la producción de carne, además del dióxido de carbono utilizado en la industria alimentaria.

En el caso de las oleaginosas para la producción de biodiesel, también su residuo, por ejemplo, el expeller de soja, se utiliza como suplemento proteico de muy alta calidad. En ambos, bioetanol y biodiesel, Argentina tiene un altísimo potencial de producción.

Maíz y soja son aliados imprescindibles en materia de desarrollo económico no sólo por el agregado de valor (imprescindible) que ambos proporcionan sino por la contribución a la sostenibilidad del sistema, siempre poniendo por delante la necesidad de producir cada vez de forma más amigable con el ambiente reduciendo al máximo la utilización de insumos de síntesis en una transición hacia la producción agroecológica.

Pero también deben tenerse en cuenta otros cultivos en las regiones extra pampeanas como la caña de azúcar, la palma, colza, etc. que involucran a diez provincias argentinas.

Integración vertical

En materia social se estima que el volumen de trabajo humano necesario para producir recursos de biomasa es casi cinco veces mayor que el que debe aplicarse para la producción de combustibles fósiles **. Aquí los ingenieros agrónomos somos un eslabón fundamental en la cadena productiva, no solo en la producción primaria sino en la generación de proyectos que coadyuven al agregado de valor de los mismos.

En Córdoba, la industria del bioetanol genera unos 2.000 puestos de trabajo directos e indirectos y, en el caso del biodiesel, la provincia cuenta con 25 plantas instaladas con 570 empleos directos y otros 2.280 indirectos. Por su parte, la provincia de Santa Fe concentra el 80% de la producción de aceite, harina y biodiesel de soja.

Efecto multiplicador

Las bioenergías son más sustentables, tienen un impacto social y económico positivo, y son claramente menos agresivas con el ambiente y la salud.

Por lo tanto, ese impacto ambiental, social y económico que tiene un efecto multiplicador en las economías regionales significa también para Argentina una enorme oportunidad en un mundo en el que la sostenibilidad domina las estrategias comerciales entre países y regiones, en tanto y en cuanto las políticas públicas entiendan la importancia de mantener e incrementar marcos normativos que apunten a darle sostenibilidad al sistema ambiental, social y productivo.

Desde el CIAPC exhortamos se tengan en cuenta estas argumentaciones en la Honorable Cámara de Diputados de la nación para extender el plazo de la Ley 26.093 sobre el Régimen de Regulación y Promoción para la Producción y Uso Sustentables de Biocombustibles.

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*IPCC, 2018: Resumen para responsables de políticas. En: Calentamiento global de 1,5 °C, Informe especial del IPCC sobre los impactos del calentamiento global de 1,5 ºC con respecto a los niveles preindustriales y las trayectorias correspondientes que deberían seguir las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, en el contexto del reforzamiento de la respuesta mundial a la amenaza del cambio climático, el desarrollo sostenible y los esfuerzos por erradicar la pobreza [Masson-Delmotte V., P. Zhai, H.-O. Pörtner, D. Roberts, J. Skea, P.R. Shukla, A. Pirani, W. Moufouma-Okia, C. Péan, R. Pidcock, S. Connors, J.B.R. Matthews, Y. Chen, X. Zhou, M.I. Gomis, E. Lonnoy, T. Maycock, M. Tignor y T. Waterfield (eds.)].

**http://www.fao.org/3/y4450s/Y4450S05.htm